EL NIÑO MARAVILLOSO
Era una creencia esencial de la
teosofía, movimiento religioso fundado en 1875 por un espiritualista
norteamericano, el coronel Olcott, y una enérgica emigrada y ocultista rusa,
Madame Helena Blavatsky, que en ciertas coyunturas críticas en la historia del
mundo un ser sobrenatural prodigiosamente sabio y benevolente, el Señor
Maitreya, se había encarnado en la tierra en forma humana. En una ocasión se había encarnado
como Sri Krishna en la India; y en otra, como Jesucristo en Palestina. Los
teósofos además creían que era inminente el momento en que el Señor Maitreya,
el Maestro Mundial, se iba a encarnar de nuevo, y Madame Blavatsky dijo algunas
veces que el principal propósito de la Sociedad Teosófica era preparar a la
humanidad para el advenimiento del Maestro Mundial.
Este tema fue adoptado después de
su muerte en 1891 por otra teósofa, Annie Besant, quien más adelante se
convertiría en la presidenta de la Sociedad y tendría lo que ella consideró el
extraordinario honor de ser la responsable de la educación del Maestro Mundial.
El descubrimiento del ser humano que iba a encarnar al Señor Maitreya lo hizo
otro teósofo notable, un antiguo discípulo de Madame Blavatsky, llamado Charles
Leadbeater. Un día de la primavera de 1909,
Leadbeater, quien tenía fama de haber desarrollado en grado sumo poderes
psíquicos y clarividentes, vio un grupo de niños indios bañándose en la playa
de Adyar, cerca de Madras, donde estaba situada la sede de la Sociedad Teosófica.
Le dijo a un amigo que uno de aquellos niños tenía un aura de un tamaño y una
belleza extraordinarios, lo cual indicaba que se convertiría en un gran maestro
espiritual y orador. El amigo, quien dijo que conocía al niño porque le había
ayudado con los deberes, se sorprendió, pues lo había encontrado extremadamente
lerdo.
El niño era uno de los cuatro
hijos vivos (el octavo de trece) de un brahmin viudo empobrecido llamado
Narianiah, que trabajaba para la Sociedad en un puesto humilde y vivía en condiciones
espantosas en una chabola en el exterior del recinto. Era un niño débil de
catorce años, de aspecto desnutrido, que tenía problemas en la escuela por ser
torpe y distraído; y que este niño «extraño» resultara ser el gran maestro
espiritual y orador Jiddu Krishnamurti redunda en la reputación de los poderes
de percepción psíquica de Leadbeater. Sin embargo, que esto resultara
así se puede atribuir, en parte, al descubrimiento de Leadbeater y a la forma
en que él y la señora Besant le educaron, junto con su hermano Nitya.
Narianiah, que era un teósofo, al principio estuvo encantado de que los
dirigentes de la Sociedad se interesaran por la educación de sus hijos. Estaba
algo preocupado por Leadbeater, quien tenía fama de homosexual, pero firmó con
agrado un documento nombrando a la señora Besant tutora legal de los niños.
Fueron educados en Adyar y más
adelante en Inglaterra, y además de las materias generales fueron instruidos en
los principios de la teosofía, los cuales, según se decía, expresaban la
«sabiduría antigua» o corpus de conocimiento oculto de los misterios de la
naturaleza y de los poderes latentes del hombre, revelados a Madame Blavatsky,
así como expuestos en sus libros, y se creía que constituían los fundamentos de
una Hermandad Universal de la Humanidad de la que la Sociedad Teosófica era el
núcleo. Leadbeater y la señora Besant
pronto decidieron que Krishnamurti sería el «vehículo» para la nueva
encarnación del Señor Maitreya, y que su misión consistía en prepararle para dicha
función. Lo aprendió todo sobre los maestros, aquellos seres sobrenaturales
infinitamente sabios y benignos a quienes los teósofos iniciados afirmaban
poder visitar por medio de los viajes astrales, y él mismo, bajo la tutela de
Leadbeater, los visitó astralmente y recibió instrucción del Maestro Kuthumi.
Su primera publicación fue un
relato de la enseñanza que recibió de esta manera y se titulaba A los pies del
maestro (Sirio, 1984). Apareció sólo veinte meses después de que fuera
descubierto el niño prácticamente analfabeto. En el primer año hubo cinco
ediciones inglesas y veintidós en otros idiomas, y hoy día aún continúa
publicándose. Ernest Wood, quien en aquella
época era el secretario de Leadbeater, señaló: «El estilo era el de Leadbeater,
y había algunas frases que eran exactamente iguales que las de un libro suyo
que ya estaba preparado para imprimir.» Corrió el rumor de que el propio
«vehículo» le dijo a su padre: «El libro no es mío; me lo atribuyeron», pero la
afirmación fue privada y cuando llegó a oídos de la señora Besant, la persona
de quien se rumoreó que lo había oído por casualidad fue expulsada rápidamente
de la hacienda de la Sociedad Teosófica.
Otro de los supuestos dones
psíquicos de Leadbeater era la facultad de adivinar las vidas pasadas. En 1910
empezó a publicar en The Theosophist su Lives of Alcyone, una serie de relatos
de las treinta encarnaciones anteriores del niño Krishnamurti. Sus investigaciones
revelaron que las personalidades más relevantes de la Sociedad Teosófica habían
trabajado juntas en eras anteriores entre los años 22, 662 a. C. y 624 d. C., y
que había una profecía antigua que decía que el Señor Maitreya tomaría posesión
del cuerpo de Alción con el fin de traer su gracia al mundo. Estas revelaciones
ocasionaron algunas fricciones entre los teósofos, que rivalizaron entre ellos
para identificarse con los pseudónimos de las «Vidas» y alegaron haber tenido
intimidad en vidas anteriores con el casi divino Alción.
Krishnamurti había sido siempre
un niño sensible y religioso. Después de la muerte de su madre, cuando tenía
diez años, contó varias veces que había visto su espíritu ocupado en
actividades del hogar. El 11 y el 12 de enero de 1910 experimentó su primera
iniciación, una ceremonia organizada por Leadbeater en un momento astrológico
supuestamente propicio. En una narración que escribió a la señora Besant, Krishnamurti
contó cómo había abandonado su cuerpo y había ido junto a los maestros, entre
ellos Maitreya y Jesús, quienes le habían hecho una serie de preguntas antes de
admitirlo solemnemente en la hermandad de la vida eterna y entregarle la llave
del conocimiento. Su relato de la experiencia es
muy vivido, pero si fue una experiencia debida a su desarrollo psíquico o a su
capacidad de sugestión es una cuestión discutible. Lo importante es que el
joven Krishnamurti evidentemente fue adoctrinado de forma concienzuda en la
teosofía y estaba convencido del extraordinario papel al que estaba destinado,
porque algunos de los temas claves que desarrolló más adelante son claramente
una fuerte reacción contra ese adoctrinamiento y convicción.
En el primer aniversario de la
iniciación de Krishnamurti el eminente teósofo George Arundale formó una
organización llamada la Orden del Sol Naciente, cuyo único propósito consistía
en preparar el camino para el ministerio del Maestro Mundial. Algunos meses
después la organización se rebautizó como Orden de la Estrella del Este, y
Krishnamurti fue nombrado cabeza de la Orden. El 28 de diciembre de 1911 tuvo
lugar un hecho que convenció a muchos de la divinidad del niño, pues se celebró
en Benarés una ceremonia durante la cual Krishnamurti iba a entregar
certificados de afiliación a la gente que se había unido recientemente a la
Orden. El procedimiento no estaba
ritualizado ni tenía un gran significado religioso. Los afiliados simplemente
pasaban en fila ante el cabeza de la Orden, que sonreía y les decía unas
palabras de bienvenida mientras les entregaba sus papeles. Pero, de pronto, la
atmósfera cambió tan drásticamente que el afiliado que se aproximaba a
Krishnamurti en ese momento, involuntariamente, se postró e inclinó la cabeza
hasta el suelo. Un observador escribió:
Los escritos de otros testigos de
la escena son igual de estáticos, y todos narran cómo Krishnamurti puso sus
manos sobre los nuevos afiliados para bendecirlos, dirigiéndoles una sonrisa de
extraordinario esplendor, ternura y compasión. Leadbeater escribió: «Fue
exactamente como lo que leemos en las antiguas escrituras, y que creemos
exagerado», y lo comparó con el relato bíblico del descenso del Espíritu Santo
en Pentecostés. Posteriormente, el 28 de diciembre fue considerado día sagrado
por los afiliados a la Orden de la Estrella del Este. A principios de 1911 la señora
Besant había llevado a Krishnamurti y a Nitya a Europa por primera vez para
empezar su educación. Viajó por todas partes dando una serie de conferencias
públicas sobre «El advenimiento del Maestro Mundial» y presentando a Alción a
los teósofos. La Sociedad tenía en Inglaterra una serie de afiliados ricos y
socialmente distinguidos, y los dos niños indios recibieron entonces una
iniciación bastante diferente a la que Krishnamurti había tenido con
Leadbeater:
Una iniciación a los rituales y
las diversiones de la aristocracia inglesa. A pesar de la veneración de
Leadbeater por los exóticamente llamados Seres de la Jerarquía Oculta,
continuaba siendo un inglés típico de su tiempo y creía que el pináculo de la
evolución humana era el caballero inglés; en consecuencia, los chicos fueron
instruidos con clases particulares e inscritos en el Balliol College de Oxford
para el otoño de 1914. Después de un breve retorno a la
India a finales de 1911, durante el cual tuvo lugar la «visitación»
anteriormente mencionada, la señora Besant aceleró la vuelta a Europa de sus
pupilos para así alejarlos de su padre, que entonces amenazaba con recurrir a
la ley para revocar la tutela de los niños a la señora Besant. Sostenía que había
habido un acuerdo verbal, según el cual la tutela estaba sujeta a la condición
de que no tuvieran ningún tipo de contacto con Leadbeater, y que esa condición
no se había cumplido.
Finalmente, presentó una demanda
ante el Tribunal Supremo de Madras en marzo de 1913, alegando una relación
indecorosa entre Leadbeater y los niños. Después de escuchar a numerosos
testigos, el juez ordenó que Krishnamurti y Nitya quedaran bajo la tutela del
tribunal, lo que significaba que tendrían que volver a la India. La señora
Besant recurrió la sentencia, alegando que iría contra los intereses de los
niños privarlos de la educación que iniciaban, pero el Tribunal de Apelación
mantuvo la sentencia de la sala inferior. Una persona con menos
determinación se hubiera rendido en ese punto, pero la señora Besant apeló al
Comité Judicial del Consejo Privado de la Corona en Londres, el cual sentenció
que, como el tribunal de Madras no había consultado la opinión de los niños, su
fallo era erróneo, y señalaba que si la señora Besant hubiera obedecido la
orden del tribunal, habría infringido las leyes inglesas sacando a los niños
del país en contra de sus deseos. El Comité aseguraba que los niños no deseaban
volver a la India y desestimaba la pretensión de Narianiah.
La intención de Leadbeater y la
señora Besant de que sus protegidos se educaran en la universidad más augusta
se vio frustrada, en parte por la publicidad que tuvo el proceso judicial, pero
también, sin duda, porque a ningún colegio de Oxford le entusiasmaba tener entre
sus alumnos a un joven que había sido proclamado como una especie de Mesías.
Las universidades de Cambridge y Londres se mostraron igualmente prudentes, y
los hermanos continuaron recibiendo la mayor parte de su educación de tutores
particulares. Nitya pasó los exámenes de acceso
y posteriormente obtuvo el título de abogado, pero Krishnamurti falló dos veces
en el examen de acceso, lo que, sin embargo, no le impidió acudir a las clases
de la Universidad de Londres como alumno oyente durante el curso 1917-1918.
Después dijo con frecuencia que se alegraba de que su mente no hubiera sido
condicionada por una educación académica formal, pero en su juventud hizo todo
lo que pudo para cumplir los planes que la señora Besant tenía para él, y se
sintió frustrado por sus fracasos académicos.
Mientras se dedicaba a los
estudios, Krishnamurti continuó siendo el cabeza de la Orden de la Estrella y
escribió habitualmente editoriales para la revista de la Orden, el Herald of
the Star, los cuales eran ortodoxos tratados teosóficos que mantenían la fe de
los lectores en el advenimiento del Maestro Mundial y estimulaban y guiaban su
preparación espiritual personal para el gran acontecimiento. A principios de 1920, la Orden
tenía más de 30.000 afiliados, y en 1921 unos 2.000 acudieron a un congreso en
París, en el que habló Krishnamurti. En ese momento tenía veintiséis años y
empezaba a desplegar autoridad en su papel. La señora Besant escribió de esta
ocasión: «Asombró a todos los presentes por su dominio de todas las cuestiones
tratadas, su firmeza al controlar las discusiones, su clara formulación de los
principios y prácticas de la Orden.»
Un principio que formuló de forma
especialmente enfática fue que en la Orden de la Estrella no debía haber
rituales. Fue el primer signo de su repugnancia a todas las pompas y farsas en
las que muchos dirigentes religiosos del pasado habían tratado de apoyar su
autoridad. También fue, quizá, un gesto de independencia respecto a Leadbeater,
que amaba el ceremonial y vestirse con atuendos sacerdotales, aunque en esta
etapa Krishnamurti aún no se mostraba escéptico sobre la organización ni sobre
los propósitos de la teosofía. Después de acudir a una sesión de
la Sociedad de Naciones en Ginebra le escribió a un amigo criticando la falta
de sinceridad y la superficialidad de los delegados, y dijo: Sé que los
teósofos podríamos dirigir la Sociedad de Naciones mucho mejor, porque creo que
somos más desinteresados. Espera, cuando nos pongamos en marcha desplegaremos
una gran actividad y los venceremos en su propio terreno.
La combatividad juvenil y la
confianza que demuestra son atractivas, aunque poco consecuentes con la imagen
del Maestro Mundial de incomparable sabiduría en ciernes. E igualmente
inconsecuentes con esa imagen son varias expresiones de duda en sí mismo e
incertidumbre que refleja en cartas escritas a amigos durante esa época. Por
ejemplo, escribió a lady Emily Lutyens: Hago una especie de vaga
meditación, pero debo hacerla con más rigurosidad y regularidad. Es la única
manera. No conozco la filosofía de mi vida, pero tendré una... debo encontrarme
a mí mismo y sólo entonces podré ayudar a otros. Evidentemente, algo muy
excepcional tuvo que ocurrir para que este hombre de veintiséis años, con su
protegida educación y con todas las confusiones y conflictos internos normales
en una persona sensible e inteligente de esa edad se convirtiera en un Maestro
Mundial autorizado, o incluso en el filósofo lúcido y positivo que llegaría a
ser.
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