LA MEDITACIÓN ES SIEMPRE PASIVA

Universo Místico y Mágico

El No Hacer Mediante el Hacer

La meditación es siempre pasiva; su misma esencia es pasiva. No puede ser activa porque su propia naturaleza es la del no hacer. Si estás haciendo algo, tu misma acción lo alterará todo; tu hacer, tu misma actividad crea la alteración. No hacer es meditación, pero cuando digo: "No hacer es meditación", no quiero decir que no necesites hacer nada. Incluso para este no hacer, uno ha de hacer mucho. Pero este hacer no es meditación. Es sólo un paso más, un trampolín. Todo hacer es solamente un trampolín; no es meditación.

Estás justo en la puerta, en los escalones... la puerta es el no hacer; pero para llegar a este estado mental de no hacer es mucho lo que previamente deberemos haber hecho. Uno jamás debe confundir este hacer con la meditación. La energía de la vida trabaja contradictoriamente. La vida es una continua dialéctica, no es un simple movimiento. No fluye como un río; es dialéctica. Con cada movimiento, la vida crea su propio opuesto y en su lucha con el opuesto se desplaza cada vez más allá. Con cada nuevo movimiento la tesis crea la antítesis. Y así constantemente: la tesis crea la antítesis, se fusiona con ella y se convierte en la síntesis, la cual vuelve a plantear una nueva tesis; y otra vez la antítesis...

Por movimiento dialéctico, quiero expresar un movimiento que no es simplemente en línea recta; es un movimiento dividido en sí mismo, dividiéndose a sí mismo, creando su propio opuesto, y encontrándose con su opuesto otra vez. Entonces, de nuevo, vuelve a dividirse en su opuesto. La misma dinámica aplicaremos para la meditación, porque es lo más profundo de la vida.

Si te digo: "Relájate", te será imposible porque no sabrás que hacer. Así es como muchos seudomaestros de la relajación siguen diciendo, "Simplemente relájate. No hagas nada; sólo relájate". ¿Qué has de hacer entonces? Puedes seguir simplemente tendido, pero esto no será relajación. La agitación interior seguirá manteniéndose... y además ahora un nuevo conflicto vendrá a añadírsele: cómo relajarse. Habremos añadido un problema más. Todo el sin sentido estará allí, toda la agitación estará allí, con algo añadido: cómo relajarse. Una nueva tensión ha sido ahora añadida a todas las viejas tensiones ya existentes.

De modo que la persona que trata de vivir una vida relajada es paradójicamente la persona más tensa que pueda haber. Ha de ser así porque no ha comprendido el fluir dialéctico de la vida. Cree que la vida es un flujo en línea recta, que puedes decirte a ti mismo, "¡Relájate!" y que inmediatamente te relajarás. Es imposible relajarse así. Por eso, si vienes a mí, nunca te diré, "¡Relájate!". Te diré, "Primero ponte tenso, tan tenso como te sea posible". ¡Ténsate completamente! Primero permite a tu organismo estar completamente tenso, permítele llegar al punto máximo de tensión. Y entonces, espontáneamente, llegarás a sentir en ti la relajación. Tú hiciste todo cuanto pudiste; ahora la energía de la vida se ocupará de crear el opuesto.

Has acumulado tensión hasta el máximo. Ya no hay nada más allá de ella; no puedes seguir acumulándola. Toda tu energía ha sido canalizada hacia la tensión. Pero no podrás continuar con esta tensión indefinidamente. Ha de disolverse. Pronto empezará a disolverse; sé entonces testigo de ello. A través de la tensión llegaste al límite, al punto idóneo para dar el salto. A partir de ahí no puedes continuar. Si vas más allá puedes explotar, morir. El punto óptimo ha sido alcanzado. Ahora la energía de la vida se relajará por sí misma. Es ella la que se relaja. Ahora sé consciente y observa la relajación descendiendo sobre ti. Cada extremidad de tu cuerpo, cada músculo, cada nervio, se irá relajando fácilmente sin que tú hagas nada de tu parte.

No estás haciendo nada para relajarte; simplemente te dejas relajar. Sentirás cómo muchas partes del organismo están relajándose. El organismo entero será una multitud de puntos relajándose. Solamente sé consciente. Este ser consciente es meditación. Pero es un "no hacer". Tú no estás haciendo nada porque estar despierto no es una acción. No es en absoluto una acción; es tu naturaleza, una muy intrínseca cualidad de tu ser. Eres consciente. Lo que tú habías alcanzado era no ser consciente y lo habías conseguido a costa de mucho esfuerzo.

A mi modo de ver, la meditación tiene dos fases: primero, la fase activa que no es en absoluto meditación y la segunda fase que es la completa inactividad, el ser consciente pasivamente, que es lo que realmente es meditación. El ser consciente es siempre pasivo, y en el momento en que empiezas la actividad perderás tu capacidad de ser consciente. Es posible estar activo y a la vez ser consciente sólo cuando el ser consciente ha llegado a tal extremo que no hay ya necesidad de recurrir a la meditación para lograrlo, conocerlo o sentirlo.

Cuando la meditación se convierte en innecesaria, simplemente dejas de meditar. Ahora eres consciente. Sólo entonces podrás estar activo y ser consciente a la vez; no de otra forma. Mientras la meditación siga siendo una necesidad para ti, seguirá siendo nula tu capacidad de ser consciente durante la actividad. Pero incluso la meditación puede no ser necesaria... Si tú mismo has llegado a ser meditación, no necesitarás más de ella. Entonces podrás ser activo, pero pese a tu actividad seguirás siendo un observador pasivo. Ahora nunca serás el actor; siempre serás una consciencia observadora.

Ser consciente es sinónimo de pasividad y la meditación ha de ser pasiva pues simplemente es la puerta a la consciencia, a la consciencia perfecta. Por eso, cuando la gente habla de meditación "activa", se equivoca. La meditación es pasividad. Probablemente precises de alguna actividad, de algún quehacer, para llegar a ella es en cierto modo comprensible pero no será porque la meditación en sí misma sea activa.

Más bien, es porque tú has sido activo a través de muchas vidas y la actividad ha llegado a impregnar de tal modo una parcela determinada de tu mente que incluso ahora necesitas actividad para conseguir la no actividad, la quietud. Has estado tan inmerso en la actividad que no puedes ya prescindir de ella. Así personas como Krishnamurti continúan diciendo, "Simplemente abandónala", pero tú seguirás preguntándote cómo abandonarla. Krishnamurti te responderá "No preguntes cómo. Te estoy diciendo simplemente ¡aban-dónala! No hay un cómo para ello. No hay necesidad de ningún "cómo".

Y en cierto modo tiene razón. La meditación pasiva o el ser consciente pasivamente no tienen un "cómo". No pueden tenerlo, porque si existiese algún "cómo," dejarían de ser pasivos. Pero Krishnamurti se equivoca también, porque no está arrastrando a quien le escucha a la comprensión. Está hablando sobre sí mismo.

La meditación existe sin ningún "cómo", sin metodología alguna, sin ninguna técnica. En efecto, Krishnamurti está en la línea de lo correcto, pero el que le escucha no puede comprenderlo. El que escucha no tiene más que actividad dentro de él; para él nada se puede hacer sin actividad. Por esto cuando dices, "La meditación es pasiva, no activa, no selectiva; tú solamente puedes sumirte en ella. No hay necesidad de ningún esfuerzo; no necesita de esfuerzos", estás hablando un lenguaje que el que te escucha no es capaz de entender. Entiende la parte lingüística del mensaje, y esto es lo que lo hace tan difícil.

El que ha escuchado dice, intelectualmente he comprendido todo. Todo lo que dices, lo comprendo". Pero, sin embargo, es incapaz de comprender el significado. Nada hay de misterioso en las enseñanzas de Krishnamurti. Es uno de los Maestros menos místicos. No hay nada de misterioso; todo es tan obviamente claro, exacto, analítico, lógico, racional, que cualquiera es capaz de entenderle. Y esto es lo que se ha convertido en el obstáculo mayor, porque el que escucha cree estar entendiendo. Es probable que entienda la parte lingüística, pero no el lenguaje de la pasividad.

Entiende qué es lo que se le está diciendo, las palabras. La escucha, las entiende; conoce el significado de estas palabras. El relaciona; un cuadro completo de interrelaciones se presenta ante su mente. Lo que se dice le es comprensible; se producirá allí una comunicación intelectual. Pero no ha captado el lenguaje de la pasividad. Y no puede entenderlo. Desde el plano en que está es incapaz de entender. Podrá aprender sólo el lenguaje de la acción, de la actividad. Por eso he de hablarte de actividad. Y tengo que conducirte, mediante la actividad, al punto en el que puedas saltar a la no actividad. La actividad ha de llegar a un punto extremo, a un límite, en el que sea imposible para ti ser activo; porque si la actividad es aún posible, continuarás.

Tu actividad debe ser agotada. Has de hacer cualquier cosa que quieras hacer. Cualquier cosa que creas que te queda por hacer, hazla, hasta que llegues al punto en que te veas forzado a gritar: "Ya no puedo más. Todo ha sido hecho. Ahora no queda nada por hacer, ningún esfuerzo por hacer. Estoy exhausto". En ese momento, yo te gritaré: "¡Ahora, abandónate!" Y ese momento puede serte comunicado. Estás al límite, dispuesto a abandonar; ahora puedes comprender el lenguaje de la pasividad. Antes te era imposible entenderlo porque estabas demasiado lleno de actividad.

Jamás habías llegado al punto límite de tu actividad. Las cosas pueden ser abandonadas únicamente desde sus extremos, nunca desde su centro. No puedes hacerlo. Podrás abandonar el sexo si te has sumergido completamente en él; en caso contrario, no. Cualquier cosa que hayas llevado a su situación límite, en la que donde ya no es posible ir más lejos ni existe razón para retroceder, podrá ser abandonada fácilmente Podrás abandonarla por completo porque la habrás conocido por completo.

Cuando has conocido algo totalmente, empieza a aburrirte. Cabría la posibilidad de querer conocerlo más profundamente e ir más allá de él, pero si este más allá no existe, te quedarás en un punto muerto, paralizado. No puedes retroceder ni ir hacia adelante. Estás justo en el punto donde toda actividad acaba. Y en ese extremo de tu actividad sólo te cabe ser pasivo; puedes ser pasivo. Y en el momento en que te vuelves pasivo, la meditación sucede, florece, viene a ti. Es un abandonarse totalmente a la pasividad.

Para mí, es el esfuerzo el que conduce al no esfuerzo"; es la acción que conduce a la "no acción"; es la mente la que conduce a la meditación; es el mismo mundo material que conduce a la Iluminación. La vida es un proceso dialéctico; su opuesto es la muerte. Es para ser usada, no puedes simplemente abandonarla. Úsala y serás lanzado hacia el otro extremo. Y sé consciente; cuando seas arrojado a las olas, sé consciente. Es fácil. Cuando desciendes desde un intenso clímax al punto de la relajación es muy fácil ser consciente, es muy fácil. No es difícil ahora ya que para ello sólo necesitarás ser pasivo, sólo mantenerte como testigo.

Incluso deja de haber el esfuerzo que comúnmente se requiere para observar; no es necesario. Te encontrarás tan exhausto por la actividad que sentirás, ¡Al infierno con todo. Ya basta! Ahí es cuando la meditación es, y tú dejas de ser. Y una vez que lo hayas experimentado, nunca más lo perderás. Te acompañará para siempre, vayas donde vayas. Y al permanecer constantemente junto a ti, esta sensación penetrará también en todas tus actividades, sean cuales sean. Habrá actividad, y allí, en el centro mismo de tu ser, habrá también un pasivo silencio. En la circunferencia, el mundo entero. En el centro, el Brahman. En la circunferencia, todas las actividades; en el centro, sólo silencio, Pero un silencio fecundo; no un silencio muerto, porque todo está surgiendo de ese silencio; incluso la actividad.

De este silencio surge toda la creatividad; es muy fértil. Así que cuando digo "silencio", no me refiero al silencio del cementerio, ni al silencio de una casa deshabitada. ¡Nada de eso! Mi silencio es el mismo que el de la semilla; el del vientre materno, el de las raíces bajo tierra. Hay mucho potencial escondido que pronto surgirá. La actividad estará allí, pero el actor habrá desaparecido, el que "hace"' habrá desaparecido. Esta es la búsqueda, ésta es la indagación. Hay dos tradiciones antagónicas: el Yoga y el Samkya. El Yoga dice que nada puede ser conseguido sin esfuerzo. Todo el Yoga, el Yoga de Patanjali, el Raja Yoga, no es más que esfuerzo.

Y está ha sido la idea dominante, porque el esfuerzo puede ser comprendido por muchos, la actividad puede ser comprendida, de modo que el Yoga se ha convertido en la tendencia dominante. Pero, de cuando en cuando, aparece algún extraño personaje ser que proclama, "No hay nada que hacer". Un Nagarjuna, un Krishnamurti, un Huang Po todos ellos extraños personajes dicen, "Nada hay que hacer. No hagas nada. No preguntes sobre el método". Así se expresa el Samkya.

Solamente existen dos religiones en el mundo: Yoga y Samkya. Pero el Samkya, desde siempre, solamente ha atraído la atención de un número muy reducido de personas aquí y allí, y por lo tanto no se conoce mucho. Es por esta razón que se considera a Krishnamurti relativamente novel y original. No lo es, pero puede aparentarlo porque el Samkya es desconocido.

Sólo el Yoga es conocido. Existen ashrams, centros de entrenamiento y yoguis esparcidos por todo el mundo. El Yoga es conocido; la tradición del esfuerzo. Y el Samkya es completamente desconocido. Krishnamurti no ha pronunciado una sola palabra que sea nueva, pero, debido a que no estamos familiarizados con la tradición del Samkya, aparentan serlo. Debido exclusivamente a nuestra bendita ignorancia, existen los revolucionarios. Samkya quiere decir conocimiento, saber. El Samkya dice: "Es suficiente sólo conocer; basta simplemente con ser consciente".

Pero estas dos tradiciones forman parte de un mismo proceso dialéctico. Para mí no son opuestas, son complementarias y perfectamente sintetizables en una sola. A esta síntesis la llamo, Samkya a través del Yoga, o Yoga a través del Samkya; no hacer a través del hacer. Hoy en día ninguna de estas dos tradiciones opuestas y dialécticas pueden, por separado, servirte de ayuda. Puedes utilizar el Yoga para alcanzar el Samkya,.. ¡Y tendrás que emplear el Yoga para alcanzar el Samkya!

Si eres capaz de entender la dialéctica hegeliana, la cosa te resultará más clara. El concepto de "movimiento dialéctico" no ha sido usado por nadie desde Marx, pese a que éste lo aplica de un modo nada hegeliano. Su utilización queda limitada a un plano exclusivamente material, para la sociedad, para las clases, para demostrar el progreso de las sociedades mediante la dialéctica, la lucha, de clases. Marx dice: "Hegel estaba cabeza abajo y yo le he puesto de nuevo sobre sus pies".

En realidad ocurrió lo contrario. Hegel estaba de pie, y Marx le puso cabeza abajo. Y debido a Marx, el límpido concepto de dialéctica se vio empañado por el comunismo. De todos modos el concepto sigue siendo igualmente hermoso y significativo; es muy profundo. Hegel afirma: "El progreso de una idea, el progreso de la consciencia, es dialéctico. La consciencia progresa dialécticamente".

Yo voy más allá y digo que cualquier fuerza de la vida progresa dialécticamente, y la meditación es el fenómeno existencial más profundo que pueda ocurrir. Es la explosión de la fuerza de la vida. Es todavía más intensa que la explosión atómica, pues en una explosión atómica explotan solamente átomos de materia, mientras que en la meditación, es una célula viva, una entidad viviente. Un ser que vive, el que estalla.
Esta explosión procede dialécticamente. Utiliza la acción sin olvidarse de la no acción, Mucho tendrás que esforzarte, pero recuerda que todo este esfuerzo es solamente para alcanzar el estado donde nada hay que hacer. El Samky y el Yoga, parecen simples. Krishnamurti no es nada complicado; como tampoco lo es Vivekananda.

Ambos son fáciles de entender porque han elegido un aspecto restringido y parcial de la dialéctica. Parecen muy consistentes. Krishnamurti es muy consistente, absolutamente consistente. En cuarenta años de charlas, Krishnamurti no ha dicho ni una sola frase inconsistente porque ha elegido sólo una parte de todo el proceso; la opuesta a la por él rechazada. Vivekananda es igualmente consistente: ha elegido la otra parte. Comparado con ellos, puedo parecer muy inconsistente. 0, en todo caso, consistente dentro de mi inconsistencia.

Mi proceso dialéctico es el siguiente: relajamiento a través de la tensión; meditación a través de la acción. Por esto, hablo del ayuno. Es una acción, una acción muy profunda. El comer no requiere tanta actividad como el dejar de hacerlo. Ingieres la comida y enseguida te olvidas de ella; y no hay más actividad. En cambio, si dejas de tomar alimentos, es una gran acción; no puedes olvidarlo. El cuerpo entero lo recuerda; cada una de tus células está reclamando comida. Todo el cuerpo se encuentra agitado. Está muy activo, activo hasta su mismo centro. No es pasivo.

La danza tampoco es nada pasiva; es muy activa. Al final, acabas por convertirte en puro movimiento. Te olvidas del cuerpo, sólo queda el movimiento. Realmente, danzar es la cosa menos terrenal, el arte menos terrenal, pues es puro ritmo en movimiento. Es absolutamente inmaterial, de modo que no lo puedes aprehender. Puedes atrapar al bailarín, pero nunca a la danza. Se esfuma en el cosmos; está allí, y súbitamente deja de estar. No estaba aquí y de repente aparece. Surge de la nada y luego, de nuevo, vuelve a ella.

Un bailarín está ahí sentado; en él no hay danza alguna. Sin embargo, un poeta puede estar sentado aquí y la poesía puede estar presente: la poesía puede existir en el poeta. Un pintor está aquí: de una forma muy sutil, su pintura sigue con él. Antes de pintar cualquier cosa, eso ya existía en su mente. Pero con el bailarín nada está presente, Y si está presente es que antes que bailarín es un simple técnico y no un bailarín. El movimiento es un fenómeno que nace dentro de uno. El que danza es sólo el vehículo a través del cual se expresa la danza. El movimiento toma el mando.

Uno de los más grandes bailarines de este siglo fue Nijinsky. Terminó loco. Puede que haya sido el más gran bailarín de todos los tiempos, pero el movimiento le absorbía hasta tal punto que el bailarín se perdía en él. En su último año de vida era ya incapaz de controlarlo. En cualquier lugar y en cualquier momento podía empezar a bailar, y cuando danzaba, nadie podía saber cuándo acabaría. Igual podría pasarse bailando una noche entera.

Cuando sus amigos le preguntaban, "¿Qué pasa contigo? Empiezas a bailar y eres incapaz de dejarlo", Nijinsky les respondía invariablemente lo mismo: "Soy como una extremidad de un Todo que me impulsa a bailar, y cuando esa fuerza ocupa mi lugar, yo dejo de ser yo... desconozco quién es el que danza en mi lugar". Se volvió loco y lo ingresaron en un manicomio, en donde murió. Desarrolla una actividad y llévala hasta el límite donde sólo haya dos opciones: o la locura, o la meditación. No existen términos medios.

Autor: Osho

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