MEDITACIÓN, EL ARTE DEL EXTASIS

Universo Místico y Mágico

Meditación, el Arte de la Celebración

Educamos a los niños para enfocar su mente, para concentrarla, ya que sin concentración serían incapaces de enfrentarse a la vida. La vida lo exige; la mente debe ser capaz de concentrarse. Pero en el momento en que la mente es capaz de concentrarse se vuelve también menos consciente. Ser consciente significa tener una mente despierta pero no enfocada. La percepción es el conocimiento de todo lo que está sucediendo.

La concentración es una elección. Excluye todo, excepto su propio objetivo de concentración. Es, por tanto, una limitación. Si vas andando por la calle tendrás que enfocar tu consciencia para poder caminar. Ordinariamente no podemos ser conscientes de todo lo que está pasando, ya que si somos conscientes de ello, acabaremos desconcentrados. En consecuencia, la concentración es una necesidad, una necesidad de supervivencia en la existencia diaria. Por ello cada cultura, en sus formas propias, trata de adiestrar la mente del niño.

Los niños, por naturaleza, nunca están enfocados. Su consciencia está abierta hacia todos lados. Todo entra; nada es excluido. El niño está abierto a toda sensación; cada sensación es integrada en su consciencia. ¡Y la está penetrando tanto! Esta es la razón por la cual el niño es tan titubeante, tan inestable. La mente incondicionada del niño es un flujo, un fluir constante de sensaciones; pero sería incapaz de sobrevivir con esta clase de mente. Deberá aprender a focalizar su mente, a concentrarse.

Desde el momento en que enfocas la mente, eres consciente de algo determinado y simultáneamente inconsciente de otras muchas cosas. Cuanto más enfocada está la mente, más éxito obtendrá. Llegarás a ser un especialista, serás un experto; pero el resultado consistirá en conocer cada vez más de una parte y menos del todo. La focalización es una necesidad existencial, y nadie es responsable de ella; se la requiere desde que la vida existe. Pero no es suficiente. Cuando llegas a ser alguien práctico y tú consciencia queda focalizada, niegas a tu mente mucho de lo que es capaz. No estás utilizándola ampliamente; estás usando sólo una porción muy pequeña de ella, y el resto la mayor parte permanece inconsciente.

De hecho, no hay frontera entre consciente e inconsciente. No existen dos mentes. "Mente consciente" significa esa parte de la mente que ha sido usada en el proceso de focalización. "Mente inconsciente" es esa otra parte de la mente que ha sido desatendida, ignorada, encerrada. Esto crea una división, una rotura. La mayor parte de tu mente llega a ser extraña para ti mismo. Estás separado de ti mismo; eres un extraño ante tu propia totalidad. Sólo una pequeña parte está siendo identificada como tu yo. Y el resto se pierde. Pero la parte inconsciente restante estará siempre allí como una potencialidad sin usar, corno posibilidades sin realizarse y como aventuras no vividas. Esta mente inconsciente, este potencial, esta mente no utilizada, estará siempre en conflicto con la mente consciente, Por esto siempre habrá una lucha interior.

Los hombres están en conflicto a causa de esta división entre el inconsciente y el consciente. Pero sólo si se permite germinar el potencial, el inconsciente, podrá percibirse la felicidad de la existencia... de otra manera no. Tu vida será una frustración si la mayor parte de tus potencialidades permanecen ocultas. Por ello, cuanto más práctica es una persona, menos plenitud encuentra, menos feliz es. Cuanto más práctica es la actitud, cuanto más se halla metido uno en la vida de negocios, menos se vive, menos extasiado se está. Ha sido negada aquella parte de la mente que no puede ser de utilidad en el mundo de lo práctico.

La vida práctica es necesaria, pero lo es a un elevado precio: has perdido la dimensión festiva de la vida. Si todas tus potencialidades florecen, entonces la vida es una fiesta, una celebración; la vida es entonces una ceremonia. Por ello digo siempre que la “religión" quiere decir transformar la vida en una celebración. La dimensión de la religión es la dimensión de la fiesta, de lo no práctico. La mente práctica no debe ser considerada como el todo. El resto, lo mayor, la mente total, no debería ser sacrificado por ella. La mente práctica no debe ser el objetivo. Existirá, sí, pero como un medio. La otra mente   la restante, la mayor, la potencial   debe ser la meta. Eso es lo que quiero decir con la expresión "enfoque religioso".

Con un enfoque no religioso, la mente práctica, la utilitaria, se convierte en la meta. Cuando ésta es el objetivo, el inconsciente no tiene posibilidad de realizar su potencial. El inconsciente será negado. Si lo utilitario es la meta, significa que el sirviente está haciendo el papel de amo. La inteligencia, la focalización de la mente es un medio hacia la supervivencia, pero no hacia la vida. El sobrevivir no es la vida. Sobrevivir es una necesidad, existir en el mundo material es una necesidad, pero la meta es conseguir llevar a la superficie el potencial oculto, todo lo que se entiende con la palabra “tú". Si estás completamente satisfecho, si nada queda como semilla dentro de ti, si todo se realiza, si eres un constante florecer, entonces y sólo entonces puedes sentir la felicidad, el éxtasis de la vida.

La parte negada de ti, la parte inconsciente, puede ser activa y creadora sólo si le añades una nueva dimensión a tu vida: la dimensión de la fiesta, la dimensión del juego. Así, la meditación no es un trabajo, es un juego. El orar no es un negocio, es un juego. Meditación no es algo a hacer para conseguir un objetivo   paz, felicidad...   sino algo para ser disfrutado como fin en sí mismo. La dimensión festiva es la que más importa que entendamos... y la hemos perdido totalmente. Con "festivo" quiero decir la capacidad de gozar, momento a momento, de todo cuanto llega a ti.

Estamos tan condicionados y nuestras costumbres son tan mecánicas, que incluso nuestras mentes están ocupadas cuando no tenemos nada que hacer. Cuando no necesitas estar focalizado, sigues focalizado. Incluso cuando estás jugando, no juegas. No disfrutas del juego. Por ejemplo, cuando juegas a cartas, no gozas con ello; juegas para conseguir una victoria, y entonces el juego se convierte en trabajo. Lo que se está haciendo no es importante; en ese caso sólo cuenta el resultado.
En el negocio el resultado es lo importante. En la fiesta, es el acto mismo lo que cuenta. Si puedes hacer que cualquier acto tenga un significado en sí mismo, entonces estarás de fiesta y podrás celebrarlo. Los límites, los límites que constriñen, se rompen siempre que estás de fiesta. No se necesitan; se desechan. Sales de tu corsé, el corsé de la concentración que limita y oprime la mente. Ahora no estás eligiendo; permites la entrada a todo lo que te llega y en el momento en que aceptas que entre en ti la totalidad de la Existencia, eres uno con ella.

A esta comunión, a esta celebración, a este ser consciente sin elección, a esta actitud sin ánimo de sacar provecho, la llamo meditación. La fiesta misma es ese momento, ese acto, y no es la preocupación por los resultados, por conseguir algo. No hay nada que conseguir, de modo que puedes disfrutar de lo que hay aquí y ahora. Se puede explicar de otra manera. Estoy hablando contigo; si estoy preocupado por el resultado, la conversación se convierte en puro negocio, se convierte en un trabajo. Pero si hablo contigo sin ninguna expectativa, sin ningún deseo sobre el resultado, entonces la conversación es un juego.

El acto en sí mismo es el fin. Así pues, no tiene porqué existir la limitación. Puedo jugar con las palabras, con los pensamientos. Puedo jugar con tus preguntas, puedo jugar con mis respuestas. El hecho deja de ser serio; es algo que te alegra el corazón. Y si me estás escuchando sin pensar en obtener algo. Podrás permanecer relajado. Entonces permitirás que esté en comunión contigo, y tu consciencia no estará limitada. Estará abierta, jugando, disfrutando. Cualquier momento puede ser bueno para los negocios, cualquier momento puede ser bueno para la meditación. La diferencia está en la actitud. Si no lo has buscado, si estás jugando con ello, es un acto meditativo.

Hay necesidades sociales y necesidades existenciales que deben ser satisfechas. No digo: "No condicionéis a los niños". Si se les deja totalmente sin condicionar, serán salvajes. No serán capaces de sobrevivir. La supervivencia precisa del condicionamiento, pero sobrevivir no es la meta. En consecuencia debes ser capaz de activar tus condicionamientos o quitártelos de encima a voluntad. Al igual que con la ropa, has de poder ponértelos. Salir a la calle y hacer tu trabajo, y después volver a casa y quitártelos. Entonces... eres".

Si no estás identificado con tu ropa, con tu condicionamiento,   si no dices, por ejemplo, "Soy mi mente” la cosa no es difícil. Podrás cambiar fácilmente. Pero si estás identificado con tus condicionamientos y dices: "Mi condicionamiento soy yo", y niegas todo cuanto no sean condicionamientos, dirás: "Todo lo que no está condicionado no soy "yo"; el inconsciente no soy, .yo"; "yo" soy el consciente, la mente enfocada".

Esta identificación es peligrosa, y no debería ser así. Una educación apropiada no es condicionadora, pero está condicionada por "una condición": este condicionamiento es una necesidad práctica; debes ser capaz de ponértelo y quitártelo. Cuando lo necesites, te lo pones; cuando no lo necesites, te lo quitas. Los seres humanos no serán realmente humanos hasta que no sean educados de manera que no se identifiquen con sus condicionamientos. Mientras no ocurra así serán robots, estarán condicionados, limitados.

Entender esto es llegar a ser consciente de esa parte de la mente, la mayor, a la que se le ha negado la luz. Y percatarse de ello es descubrir que no eres sólo mente consciente. La mente consciente es una parte de todo. "Yo" soy ambas mentes, y la parte mayor no está condicionada. Por supuesto, está siempre allí... a la espera. Mi definición de "meditación" es que es simplemente un esfuerzo para saltar al inconsciente. No puedes saltar si calculas, ya que todo cálculo es del consciente, y la mente consciente no te dejará hacerlo. Advertirá: "Acabarás loco. No lo hagas".

La mente consciente teme siempre al inconsciente, ya que si éste emerge, todo lo que está claro y en calma en el consciente será barrido. Todo quedará en tinieblas, como en un espeso bosque. Por ejemplo, has hecho un jardín, un jardín vallado. Limpiaste un pequeño trozo de tierra, plantaste algunas flores y todo parece estar en orden; arreglado, claro. Lo único que ocurre es que el bosque está en los alrededores. Es indomable, incontrolable, y el jardín lo teme constantemente. En cualquier momento el bosque puede avanzar y hacer desaparecer el jardín.

De la misma manera has cultivado una parte de tu mente. Has hecho que todo esté claro. Pero el inconsciente merodeará siempre por allí y la mente consciente temerá siempre su presencia. La mente consciente dice: "No entres en el inconsciente. No mires ahí; no pienses en ello". El sendero del inconsciente es oscuro y desconocido. Para la razón, resultará irracional; para la lógica, parecerá ilógico. Así, pues, si reflexionas antes de emprender el camino de la meditación, nunca lo emprenderás, puesto que la parte pensante te lo impedirá.

Y he aquí el dilema. No puedes hacer nada sin pensar, y pensando no puedes empezar a meditar. ¿Qué hacer? Incluso si piensas, "No voy a pensar", eso también es pensar. Es la parte pensante de la mente la que te está diciendo: "No voy a permitirte pensar". No puede empezarse a meditar, pensando en ello. Este es el dilema, el mayor dilema. Toda persona que esté emprendiendo la búsqueda se tropezará con dicho dilema. En cualquier sitio, en cualquier momento, ahí estará el dilema. Aquellos que saben dicen, "¡Salta! ¡No lo pienses!" Pero no puedes hacer nada sin pensar. Para paliar eso se han creado estratagemas innecesarias.

Y digo estratagemas innecesarias porque si saltas sin pensar, no se necesitará de ninguna estratagema. Pero no puedes saltar sin pensarlo, de modo que el ardid es necesario. Puedes pensar en la estratagema, tu mente pensante es tranquilizada con el ardid, pero no respecto a la meditación. La meditación será un salto a lo desconocido. Puedes trabajar con el ardid y el ardid te empujará automáticamente hacia lo desconocido. Se necesita de la estratagema debida sólo al condicionamiento de la mente; si no, no es necesario.

Una vez que has saltado dirás: "El ardid no era necesario; no lo necesitaba". Pero ésta es una consideración retrospectiva. Sólo después sabrás que el recurso no era necesario. Krishnamurti lo dice:    No se necesita ningún ardid; no es necesario ningún método   . Los maestros zen lo dicen: "No se necesita ningún esfuerzo: se consigue sin esfuerzo. Pero esto es absurdo para quien no haya atravesado aún la barrera. Y uno piensa prioritariamente en los que no han atravesado la barrera. Por eso digo que un ardid es algo artificial. Sólo es un truco para que la mente racional esté relajada, de forma que puedas ser lanzado a lo desconocido.

Mi solución consiste en utilizar métodos potentes. Cuanto más potente sea el método, menos se necesitará a tu mente calculadora. Cuanto más vigoroso llegue a ser, más totales serán los resultados, pues la vitalidad no es sólo de la mente; es también del cuerpo, de las emociones. Es de todo tu ser. Los dervíches sufies han utilizado la danza como una técnica, como un ardid. Si entras en la danza, no puedes mantenerte en un plano intelectual porque la danza es un fenómeno absorbente. Todo tu ser te será necesario aquí. Y llegará un momento en que la danza abandone la mente. Cuanto más vital sea la entrega, cuanto más pongas en ello, cuanto más estés en ello, menos presente estará la razón.

La danza fue ideada como una técnica para empujarte, Llegará un momento en el que sientas que no estás bailando, en el que la danza te habrá absorbido, te habrá tomado por completo. Serás arrastrado hacia la fuente desconocida. Los Maestros zen han utilizado los métodos koans. Los koans son rompecabezas que, en sí mismos, son absurdos; eso es lo que te atrae. No pueden ser resueltos por la razón. No puedes pensar en ellos. A primera vista parece como si uno pudiera pensar sobre los koans, de modo que empiezas a hacerlo. Tu mente racional se siente cómoda, se le ha dado algo para ser resuelto... pero lo que se le ha dado no tiene solución. Su misma naturaleza es tal que no puede ser resuelto, puesto que el koan es, por propia naturaleza, absurdo.

Hay cientos de koans, de rompecabezas. El Maestro dirá: piensa en un sonido sin sonido". Dicho así, de palabra, parece como si uno pudiera pensar en ello. Si lo intentas con ahínco, el "sonido sin sonido" podrá ser encontrado, de alguna manera, en alguna parte. Entonces, en un punto determinado   y ese punto no puede ser previsto, pues en cada uno es distinto la mente queda paralizada. No está allí; tú estás, pero la Mente, con todos sus condicionamientos, ha desaparecido. Eres simplemente como un niño. Los condicionamientos no existen; eres simplemente consciente. La concentración limitadora no está ahí. Ahora sabes que el ardid no era necesario. Pero esto es un pensamiento posterior: no se puede saber de antemano.

Ningún método es causal; ningún método es la causa de la meditación. Por eso son posibles muchos métodos. Todo método es sólo una estratagema. Pero todas las religiones dicen que su método es el método y que ningún otro método funciona. Piensan en términos de causalidad. Cuando calentamos agua, ésta se evapora. El calor es la causa; sin calor el agua no llegará a evaporarse. Esto es causalidad. El calor es una necesidad que precede a la evaporación. Pero la meditación no es causal; es decir, cualquier método es posible. El método es solamente el ardid; es crear la situación para que "eso" suceda. No es lo que lo causa.

Por ejemplo, más allá de los límites de esta habitación hay un cielo azul. Tú nunca lo has visto. Puedo hablar contigo sobre el cielo azul, sobre la claridad, sobre el mar, sobre todo lo que existe fuera de la habitación, pero tú no has visto nada de ello. No conoces nada sobre ello. Únicamente te ríes. Piensas que estoy inventando todo esto. Dices: "Es fantástico. Eres un soñador". No puedo convencerte de que salgas afuera porque nada de lo que te diga tiene sentido para ti Entonces digo, "¡La casa está ardiendo!" Esto sí tiene sentido para ti. Esto es algo que tú puedes entender. No necesito ya darte ninguna otra explicación. Simplemente corro. Tú me sigues.

La casa no está ardiendo, pero en el momento en que tú estés fuera no tendrás siquiera la necesidad de preguntarme porqué te engañé. El significado está allí. El cielo está allí. Y ahora tú me das las gracias. Cualquier mentira hubiese servido. La mentira era solamente el ardid. la estratagema para sacarte afuera. No fue el ardid el que "causó" que el exterior estuviera allí; ya estaba previamente. Todas las religiones se basan en un falso ardid. Todos los métodos son mentiras; simplemente crean una situación; no son la causa. Pueden crearse nuevos ardides, pueden crearse nuevas religiones. Los viejos ardides van perdiendo fuerza, una vieja mentira pierde fuerza y se necesitan otras nuevas. Muchas veces, se te ha dicho que la casa estaba ardiendo cuando no lo estaba, de ahí que esa mentira deje de servir. Ahora alguien tiene que crear una nueva estratagema.

Si algo es la causa de algo, nunca es en vano. Pero un viejo ardid es siempre inútil. Se necesitarán nuevos ardides. Esta es la causa por la que cada nuevo profeta debe luchar contra los viejos profetas. Está haciendo el mismo trabajo que ellos hicieron, pero tendrá que oponerse a sus enseñanzas porque habrán de ser eliminados los viejos ardides que han perdido fuerza y han quedado obsoletos. Todos los grandes hombres, Buda, Cristo, Mahavira, tuvieron que crear grandes mentiras por pura compasión para empujarte fuera de tu casa. Si puedes ser sacado fuera de tu mente por medio de cualquier ardid, con esto habrá ya suficiente. Tu mente es la prisión, tu mente es tu condena; es la esclavitud.

Como ya he dicho, el dilema antes o después llegará a plantearse. Esta es la naturaleza misma de la vida. Deberás aprender a limitar la mente. La limitación puede ser una ayuda cuando te mueves en el exterior, pero será fatal en tu interior. Puede ser útil con los demás; será el suicidio contigo mismo. Tú tienes que vivir con los demás y contigo mismo a la vez. Toda vida parcial, es incompleta. Debes vivir entre los demás con una mente condicionada, pero debes vivir contigo mismo con una consciencia totalmente incondicionada. La sociedad crea consciencias limitadas: pero
consciencia, en sí misma, significa expansión. Es limitada. Ambas son necesarias, y ambas deben ser atendidas. Llamo sabio a aquel que puede satisfacer ambas necesidades. Cualquier polarización es estúpida; cualquier polarización es perjudicial. Vive por lo tanto en el mundo con tu mente, con tus condicionarnientos, pero vive contigo mismo sin mente, sin condicionamientos. Usa tu mente como un medio, no ha as de ella un fin. Sal fuera de ella en el momento en que goces de una oportunidad. En el momento en que estés solo, sal fuera de ella; sácatela. Entonces celebra ese momento; celebra la Existencia misma, sé ella misma.

Simplemente   ser   es una gran celebración si sabes sacarte de encima tus condicionamientos Este    quitártelos de encima" podrás aprenderlo a través de la Meditación Dinámica. No será algo "causal"; llegará a ti como algo no causado. La meditación creará la situación por la cual podrás entrar en lo desconocido. Poco a poco serás apartado de tu personalidad robotizada, mecánica, habitual. Ten coraje. Practica vigorosamente la Meditación Dinámica y todo lo demás vendrá por añadidura. No será hecho por ti; te sucederá. 

No puedes traer lo Divino, pero sí puedes impedir que llegue. No puedes hacer entrar al sol en tu casa, pero sí puedes cerrar la ventana. Negativamente, la mente puede hacer mucho; positivamente, nada. Todo lo positivo es un regalo, todo lo positivo es una bendición, te es dado, mientras que todo lo negativo viene por tu hacer. La meditación   y todos los ardides meditativos   puede lograr una cosa: sacarte fuera de tus impedimentos negativos. Puede sacarte de la prisión que es la mente. Y cuando hayas salido fuera, te reirás. ¡Era tan fácil salir! Estaba allí mismo. Sólo fue necesario un paso... pero caminamos siempre en círculos y el único paso necesario siempre es obviado... el único paso que puede llevarte hasta el centro.

Vas en círculo, por su periferia, repitiendo siempre lo mismo. La continuidad debe ser rota en algún momento. Esto es todo cuanto debe ser hecho por cualquier método de meditación. Si se rompe la continuidad, si te vuelves discontinuo respecto a tu pasado, entonces ¡ese preciso momento es la explosión! En ese preciso momento estás centrado; estás en el centro de tu ser. Y ahí conocerás todo lo que siempre ha sido tuyo, todo lo que desde siempre te ha estado esperando.

Autor: Osho

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