ANTE UN MUNDO EN CRISIS
Krishnamurti
PREÁMBULO
Los signos de desintegración de
toda nuestra época son ahora harto evidentes; por donde quiera en el mundo se
producen guerras, violencias luchas sociales.
El poderío y los falsos valores
se han entronizado por doquier. En medio de este caos, el hombre de buena
voluntad intenta detener el arrollador avance de la bancarrota social y pone
sus esperanzas en la fuerza de las instituciones tradicionales o nuevas, pero
claramente se advierte que el intento de estas instituciones, ya sean
religiosas o políticos, fracasa porque los individuos que forman esas mismas
instituciones, llevan consigo a ellas sus limitaciones, los falsos valores y su
confusión. Por consiguiente, la clave de la transformación del mundo radica en
la transformación del individuo: sus actitudes, sus íntimas intenciones, su
conducta, su relación con el todo y lo particular.
En medio de esta vorágine de mala
voluntad que es la vida moderna, es evidente el fracaso de las instituciones
políticas y religiosas. La defensa, pues, de este institucionalismo, con sus
viejas y estrechas formulas, no va a producir una auténtica reorientación
individual, ni menos un mundo unido y de fraternal convivencia. Importa
estimular un avivamiento individual, un interés vital por los valores eternos.
Allí donde este interés vital esté ausente; allí donde los valores reales del
espíritu fallan, es forzoso que se desintegre la civilización.
Un grupo de gente de habla
española que está interesada en esos valores espirituales, tiene hoy el sumo
placer de lanzar este folleto con objeto de dar a conocer el verbo inspirador
de este hombre sencillo y extraordinario llamado Krishnamurti. Lo mismo que otros grandes
maestros libertadores del pasado, señala Krishnamurti cómo ha de libertarse el
hombre de todo aquello que limita su vida y la condiciona. No creemos necesario insertar
aquí una biografía completa de este notable pensador. Aunque nacido en la vieja
India, sus ideas son universales y de valor para el hombre donde quiera que
esté.
Por más de seis décadas llevo
recorriendo el mundo Krishnamurti. Con preferencia se ha dirigido a millares de
personas reunidas en campamentos celebrados al efecto en Europa, Estados Unidos
y en la India, influyendo con sus ideas en muchos hombres y mujeres de todos
los países. Para orientación del lector hemos
creído conveniente publicar este folleto, agrupando las ideas de Krishnamurti
en varios temas de actualidad y universales. Si ello despierta interés, habrá
que buscar más amplia información en los varios tomos donde se han recogido las
pláticas y conferencias de Krishnamurti. Cumplimos, pues, gustosos la
tarea de dar a conocer algunas de estas ideas de valor universal las cuales, si
logran transformar la vida del hombre, pueden ser la base real de una nueva
civilización.
INTRODUCCIÓN
¿Puede cada quien, que es
responsable del conflicto y miseria dentro de sí mismo y por ende en el mundo,
permitir que su mente-corazón esté embotado por erróneas filosofías e ideas? Si
vos que habéis creado esta lucha y sufrimiento no cambiáis fundamentalmente,
los sistemas, conferencias, tratados ¿producirán orden y buena voluntad? ¿No es
imperativo que vos mismo os transforméis, puesto que lo que vos sois es el
mundo? Vuestros internos conflictos tienen expresión en desastres externos.
Vuestro problema es el problema del mundo y únicamente vos podéis solucionarlo,
no otro; no podéis dejarlo a los otros. El político, el economista, el
reformador, es, como vos, un oportunista, un astuto urdidor de planes: pero
nuestro problema, este humano conflicto y miseria, esta existencia vacía que
produce desastres tan angustiosos, requiere algo más que maquinaciones astutas,
más que las superficiales reformas del político y el propagandista. Requiere un
cambio radical de la mente humana y ninguno puede hacer que esta transformación
se efectúe, salvo vos mismo. Porque lo que vos sois, eso es vuestro grupo,
vuestra sociedad, vuestro líder. Sin vos el mundo no es; en vos está el
principio y el fin de todas las cosas. Ningún grupo, ningún líder puede
establecer el valor eterno, excepto vos mismo.
Las catástrofes y la miseria
vienen cuando los valores temporales sensorios predominan sobre el valor
eterno. El valor permanente, eterno, no es resultado de creencia; vuestra
creencia en Dios no significa que estéis experimentando el valor eterno, tan
sólo la forma de vuestro vivir mostrará su realidad. La opresión y la
explotación, la agresividad y la dureza económica, inevitablemente se suceden
cuando la Realidad se ha perdido. La habéis perdido cuando profesando el amor a
Dios, disculpáis y justificáis la matanza de vuestros semejantes, cuando
justificáis el asesinato en masa en nombre de la paz, y la libertad. Mientras
deis importancia suprema a los valores sensorios, existirá conflicto, confusión
y dolor. El matar a otro nunca puede ser justificado y perdemos la
significación inmensa del hombre cuando los valores sensorios quedan
predominantes.
Tendremos miseria y tribulación
en tanto que la religión esté organizada de modo que sea parte del Estado, el
instrumento del Estado. Eso contribuye a tolerar la fuerza organizada como
política del Estado; y así alienta la opresión, la ignorancia y la
intolerancia. ¿Cómo puede entonces la religión, aliada con el Estado, cumplir
su sola función verdadera, o sea la de revelar y mantener el valor eterno?
Cuando la Realidad se pierde y no se la busca, hay desunión y el hombre estará
en contra del hombre. La confusión y la miseria no pueden desterrarse por el
proceso de olvido a través del tiempo, por la idea consoladora de evolución,
que sólo engendra pereza, aceptación cómoda y el deslizamiento continuo hacia
la catástrofe; no deberíais permitir que el curso de vuestras vidas sea
dirigido por otros, para otros o en aras del futuro. Nosotros somos responsables
de nuestra vida, no otro; somos responsables de nuestra conducta, no otro;
ningún otro puede transformarnos. Cada uno debe descubrir y tener la
experiencia de la Realidad, que es lo único en lo cual hay alegría, serenidad y
la sabiduría suprema.
¿Cómo podemos, entonces, llegar a
esta experiencia, a través del cambio de las circunstancias externas, o
mediante la transformación desde dentro? El cambio exterior implica el dominio
del medio ambiente a través de la legislación, la reforma económica y social, a
través del conocimiento de hechos y mejoramientos inestables, ya sea por medios
violentos o graduales. Pero ¿podrá la modificación de las circunstancias
exteriores llegar a producir una fundamental transformación interna? ¿No es
necesaria primero esta transformación interna para producir un resultado
externo? Podréis, mediante la legislación, prohibir la ambición, ya que ella
engendra la crueldad, la afirmación de sí mismo, la competencia y el conflicto;
pero, ¿puede desarraigarse la ambición desde fuera? Suprimida en una forma, ¿no
se afirmará ella en otra distinta? El motivo interno, el
pensamiento-sentimiento privado, ¿no determina siempre lo exterior? Para
producirse una pacífica transformación externa, ¿no debería primero efectuarse
un profundo cambio psicológico? ¿Puede lo exterior, por más agradable que sea,
producir contento duradero? El vehemente anhelo interno siempre modifica lo
exterior. Lo que sois psicológicamente, eso es vuestra sociedad, vuestro
estado, vuestra religión; si sois concupiscente, envidioso, ignorante, entonces
vuestro ambiente será eso que vos sois.
Nosotros creamos el mundo en que
vivimos. Para que tenga lugar un cambio radical y pacífico, debe haber
voluntaria e inteligente transformación interna; este cambio psicológico seguramente
no ha de producirse a través de la coacción y si lo fuera, habría entonces tal
conflicto interno y confusión, que de nuevo precipitaría a la sociedad al
desastre. La regeneración interna debe ser voluntaria, inteligente, no
obligada. Debemos buscar primero la Realidad y entonces solamente podrá haber
paz y orden en torno nuestro.
Cuando abordáis el problema de la
existencia desde fuera, se pone desde luego en marcha el proceso dual; en la
dualidad hay conflicto interminable y ese conflicto no hace sino embotar la
mente-corazón. Cuando abordáis el problema de la existencia desde el interior
no hay división entre lo interno y lo externo, la división cesa porque lo
interno es lo externo; el pensador y sus pensamientos son uno, inseparable.
Pero nosotros falsamente separamos el pensamiento del pensador y procuramos de
ese modo tratar tan sólo con la parte, educar y modificar la parte, esperando
que en tal forma transformaremos el total. La parte va haciéndose más y más
dividida y así, cada vez existe mayor conflicto, por tanto, debemos
preocuparnos con el pensador desde dentro y no con la modificación de la parte,
su pensamiento. Pero desgraciadamente la mayoría de nosotros nos encontramos
atrapados entre la incertidumbre de lo exterior y la incertidumbre del
interior. Esta incertidumbre es lo que debe comprenderse.
La falta de certeza de los
valores es lo que produce conflicto, confusión y dolor, e impide que sigamos un
curso claro de acción bien sea del exterior o de lo interior. Si siguiéramos lo
externo dándonos plena cuenta, percibiendo su significación total, entonces ese
curso inevitablemente nos llevaría a lo interno; pero desgraciadamente quedamos
perdidos en lo exterior por no ser suficientemente flexibles en la indagación
de sí mismo. Al examinar los valores sensorios por los cuales son dominados
nuestros pensamientos-sentimientos y al volverse conscientes de ellos, sin que
haya selección, percibiréis que lo interno se aclara. Este descubrimiento
traerá libertad y alegría creadora. Pero este descubrimiento y su experiencia
no pueden hacerlo otro por vos. ¿Quedaría vuestra hambre satisfecha por
presenciar que otro comiera? A través de la propia autopercepción debéis
despertar a los falsos valores y descubrir así el valor eterno. Puede haber
cambio fundamental interno y externo sólo cuando el pensamiento-sentimiento se
desenreda de los valores sensorios causantes del conflicto y dolor.
ÍNDICE DE MATERIAS
Jiddu Krishnamurti, nació en el
Sur de la India en 1895, y fue educado desde niño en Inglaterra. Durante varias
décadas ha viajado por distintos países celebrando diálogos con grupos de
personas, en campamentos, dando conferencias en las ciudades y Universidades de
América, Europa, Asia y Australia.
Está considerado como uno de los
más destacados pensadores de nuestra época, por la profundidad de su mensaje,
por su tenaz insistencia en el conocimiento de sí mismo, como base esencial
para la liberación total del hombre y el desarrollo de una nueva sociedad.
Miles de personas en los diversos campos de la actividad humana han encontrado
una orientación vital, por la comprensión de sus enseñanzas.
En la actualidad los centros
principales de su actividad en Occidente son: Brockwood Park en Inglaterra,
Saanen en Suiza, California en Estados Unidos y Andhra Pradesh en la India.
En Saínen y en Brockwood Park, se
celebraban campamentos de verano durante los meses de Julio, Agosto y
Septiembre, a los cuales acudían millares de personas de todas las partes del
mundo, para escuchar sus conferencias y participar en las reuniones de discusión
que personalmente dirigía.
La Fundación Krishnamurti
Hispanoamericana, entidad creada sin fines lucrativos, por un grupo de amigos
de Hispanoamérica y de España, con el fin de publicar y difundir las obras de
Krishnamurti en español.
Comentarios
Publicar un comentario